Sikkim es el estado con menos población de India y el segundo más pequeño en superficie, encajado entre Nepal, Tíbet y Bhutan. Para entrar es necesario un permiso especial y te sellan el pasaporte como si fueras a otro país y sólo puedes acceder a ciertas partes. El afán expansionista de China unido al hecho de que esta zona fue estado independiente hasta hace pocos años, hacen que se note la presencia militar e incluso hay toque de queda en algunos lugares a partir de las 20h.
Salí de Darjeeling en un todo terreno con otros doce adultos, más dos niños y otras dos personas en el techo rumbo a Jorethang adonde llegamos después de tres horas dando botes por pistas de montaña reventadas por las lluvias y los desprendimientos. Allí cambié de vehículo y después de tres horas más llegué a Pelling, de noche. Después de media hora buscando cama y justo cuando empezaba a llover, encontré una pareja de extranjeros que me dijeron dónde dormir, dónde cenar y también dónde desayunar al día siguiente. Me levanté a las 4h de la mañana para subir a un punto desde el que disfrutar de las impresionantes vistas de las montañas al amanecer (porque aparte de esto, Pelling es poco más que dos kilómetros de hoteles) pero no hubo suerte y todo estaba cubierto de una espesa capa de niebla y nubes.
Allí arriba me encontré con otro iluso como yo, Guillaume, un canadiense de Quebec al que había visto en Darjeeling varias veces. Nos fuimos a buscar un sitio para desayunar y después salimos a explorar los alrededores y subimos a los dos monasterios que hay en dos colinas que rodean el pueblo.
Aparte de la comida y las buenas caras, tenía el verde, la niebla, la lluvia, los cielos grises y las montañas, que también contribuían a hacer que me sintiera como en casa. Allí estaban alojados también Adam y Petty con los que compartimos mesa y mantel y sudadas monte arriba. Una de estas rutas nos llevó hasta la que llaman Meditation Cave, aunque yo toda la meditación la hice durante las dos horas de subida vertical por el bosque. Me parece impresionante que subimos hasta 2.600m y seguía habiendo una masa de bosque brutal. Aquí no hay talas indiscriminadas.
Para que esta crónica no parezca un cuento de hadas empalagoso os diré que todo está infestado de sanguijuelas. Hay mucha humedad y es imposible luchar contra estos vampiros, están en todas partes. Digamos que he tenido una intensa relación con ellas en estos días y si bien no puedo decir que ésta haya sido precisamente de amor, tampoco ha sido de odio. He aprendido a convivir con ellas, a revisar calzado, calcetines y pies cada vez que llegaba a casa y sobre todo antes de meterme en la cama. He llegado a tener una en la axila y tres en un pie, aunque el amigo Guillaume, en una salida que hicimos, consiguió tres entre los dedos de una mano y cuatro en los pies. No sé cómo lo hacen porque viendo cómo se desplazan me parece imposible que lleguen a donde llegan y que ni te enteres, pero no son peligrosas, simplemente te inoculan un anticoagulante y cuando las quitas te pasas media hora sangrando. Hay que ver a los locales venir del bosque, en chanclas o descalzos, con todas las piernas llenas de chorretes de sangre reseca y tan tranquilos.
Salí de Darjeeling en un todo terreno con otros doce adultos, más dos niños y otras dos personas en el techo rumbo a Jorethang adonde llegamos después de tres horas dando botes por pistas de montaña reventadas por las lluvias y los desprendimientos. Allí cambié de vehículo y después de tres horas más llegué a Pelling, de noche. Después de media hora buscando cama y justo cuando empezaba a llover, encontré una pareja de extranjeros que me dijeron dónde dormir, dónde cenar y también dónde desayunar al día siguiente. Me levanté a las 4h de la mañana para subir a un punto desde el que disfrutar de las impresionantes vistas de las montañas al amanecer (porque aparte de esto, Pelling es poco más que dos kilómetros de hoteles) pero no hubo suerte y todo estaba cubierto de una espesa capa de niebla y nubes.
Allí arriba me encontré con otro iluso como yo, Guillaume, un canadiense de Quebec al que había visto en Darjeeling varias veces. Nos fuimos a buscar un sitio para desayunar y después salimos a explorar los alrededores y subimos a los dos monasterios que hay en dos colinas que rodean el pueblo.
los niños van a clase al monasterio
Sangachollin
Guillaume resultó ser un gran conversador, no sé si porque hacía poco que había salido de un ashram donde había estado de retiro y vipassana, así que nos pasamos el día caminando e intercambiando información. Como le gustó mi plan para los próximos días se apuntó a acompañarme hasta Kechuperi, donde tenía intención de quedarme en un lugar del que me habían hablado unos españoles.
Conseguimos un todo terreno ya bastante tarde y como tardamos hora y media en llegar y con la niebla que había, cuando nos bajamos del coche estaba bastante oscuro, pero nos aseguraron que el camino estaba bien marcado y era fácil de seguir así que tiramos monte arriba entre el bosque durante media hora. Por fin llegamos arriba, a un claro donde vimos las luces de la comunidad de Kechuperi Gompa y preguntando acertamos con la casa de Sonam, la persona de referencia.
Kechuperi Gompa es una comunidad que vive encima del lago sagrado de Kechuperi y que, como es sagrado, no puedes ni meter tus impuros pies en él. Son prácticamente autosuficientes y viven alrededor del monasterio del mismo nombre, lejos del mundanal ruido, lejos de los coches. Y aquí es donde nos quedamos, en Sonam´s Home Stay, la casa de esta familia encantadora donde disfrutamos de unos días de paz, paisajes espectaculares y rutas de montaña. Y de la mejor comida de todo mi viaje, sin conservantes, ni colorantes, ni potenciadores del sabor. Absolutamente fresca y directamente de la huerta, cocinada a fuego lento y servida siempre con una sonrisa por Keyzing, la mujer de Sonam y compartida entre todos en la mesa común, en una casa simple y básica, pero limpia y agradable. No sé si son absolutamente felices pero su cara refleja una paz envidiable y hacen que te sientas como en casa. En su vocabulario no existe la palabra no, la contestación ante cualquier petición o necesidad siempre es todo es posible.
el dormitorio, comedor y sala de estar
la sala de meditación
la cocina
Guillaume
Keyzing y el peque de la familia
nirvana
Aparte de la comida y las buenas caras, tenía el verde, la niebla, la lluvia, los cielos grises y las montañas, que también contribuían a hacer que me sintiera como en casa. Allí estaban alojados también Adam y Petty con los que compartimos mesa y mantel y sudadas monte arriba. Una de estas rutas nos llevó hasta la que llaman Meditation Cave, aunque yo toda la meditación la hice durante las dos horas de subida vertical por el bosque. Me parece impresionante que subimos hasta 2.600m y seguía habiendo una masa de bosque brutal. Aquí no hay talas indiscriminadas.
Kechuperi Lake
el cricket aquí también
el bellezón de la casa
patria queridaaaaaa
hábiles trepadoras
y certeras
La segunda noche que pasaba aquí desperté botando y con una mano apoyada en el suelo a punto de caer de mi cama. Pensé que había tenido una pesadilla o uno de esos sueños en los que parece que caes. Al día siguiente me acordé durante el desayuno y comenté que creía haber soñado con un terremoto y Guillaume me dijo que había tenido el mismo sueño. Sonam y su mujer se empezaron a reír y nos dijeron que realmente había habido un terremoto a las 2h de la mañana. Una chica israelí que llegó ese día por la tarde nos dijo que venía de una ciudad a 60km y que habían desalojado el hotel en el que estaba durante varias horas porque se vinieron abajo armarios y cuadros y hubo varias réplicas.
En Septiembre del año pasado hubo uno de 6.9 grados en la escala de Richter y hubo muchas víctimas en el área de Sikkim. Ahora sé que esta zona se encuentra sobre la confluencia de la capa tectónica euroasiática con la índica.
Y también sé que Jesús me sigue queriendo.