Normalmente procuro hospedarme en negocios regentados por gente local, primero por apoyar económicamente a quien más lo necesita y segundo por tener un poco más de contacto con el paisanaje autóctono. Aquí, al final de Otres Beach, más de un kilómetro después del resto de chiringuitos, una pareja camboyana con cuatro hijos compró una parcela y montó su guest house con cinco bungalows. Tienen un negocio y viven de ello pero lo llevan relajadamente, sin agobiarte, porque en otros sitios eres un dólar con patas. No hay electricidad, así que se disfruta de unas noches estrelladas impresionantes.
Una pareja argentino-alemana que llevaba bastantes días allí varada me contó que habían visto aparecer en diferentes días a la policía, a un supuesto funcionario del gobierno y a alguien más no identificado, que venían buscando dinero a cambio de protección o simplemente presionando a esta gente para que soltaran la pasta. Yo no lo llegué a ver pero esta gente me contó que vieron al propietario plantar cara con gesto serio (y su cara puede ser bastante intimidante) pero que les había confesado que acabaría teniendo que pagar si quería continuar sin problemas. A medida que el hormigón avanza también lo hace el interés por el terreno y la presión sobre los negocios. Supongo que todos pagan en mayor o menor medida puesto que si las drogas están prohibidas y perseguidas, es difícil entender que un chiringuito tenga un cartel enorme en medio de la playa ofreciendo porros a 1,5$ o comida con marihuana. En Laos no había visto esto, ni apenas policía, aunque sospecho que pasaba más o menos lo mismo porque el descaro de algunos negocios ofreciendo este tipo de menús en ciertas zonas era muy evidente.
Un día que fui hasta la ciudad a hacer algunas compras paré con mi moto a tomar un zumo de caña de azúcar en un puesto de la calle. Lo hacen en el momento, pasando la caña por una prensa para exprimirla y es una golosina. Como iba hasta el mercado, al que no había ni quinientos metros, no puse el casco y apenas me había movido cuando cuatro policías salieron de la sombra y me dieron el alto. Quede claro que siempre llevo el casco, por seguridad y sobre todo para proteger la calva (que creo que me salió por bañarme en el Mekong) del sol.
No sé si en este país es obligatorio o no llevarlo pero poco importa. Es cierto que en comparación con Laos lo usa bastante gente, pero menos con montera picona he visto circular a gente con todo tipo de cosas en la cabeza. Después de pedirme el carné de conducir, luego el carné internacional, que también tenía, decidieron que tenía que pagar por no llevar el casco. Todo esto mientras yo señalaba a la calle y pasaban docenas de motoristas con pañuelos en la cabeza, sombreros.... de hecho vi pasar a cuatro niños montados en una moto y el que conducía no tenía ni diez años, y ninguno llevaba casco. Hubo una breve e intensa discusión en tres idiomas (lo más guapo se lo dije en español) que se saldó con una multa de 1$. Yo soy una persona de nervios templados, buen talante y no me enfado nunca como todo el mundo sabe, pero cuando aquel agente de la ley me dijo que no lo volviera a hacer le contesté que ya tenía padre. Les pedí que me dieran el recibo correspondiente pero viendo que la cosa se calentaba ni esperé a que me lo entregaran, arranqué y salí de allí deseándoles a todos una pancreatitis.
La vida en la playa es muy monótona y hay pocas aventuras que contar. En cuanto a las fotos no sé, a mí me parecen como las de la nieve, todas iguales, pero valgan como relleno...
La vida en la playa es muy monótona y hay pocas aventuras que contar. En cuanto a las fotos no sé, a mí me parecen como las de la nieve, todas iguales, pero valgan como relleno...
mi caaaaaasa
¿comida basura?
para el Sr. Pillastre
¡Wilson!
el nido de noche
aeróbic en la plaza del pueblo
Ox y su prole
la pesca a palazos, llevando los peces hacia la trampa
sigo encontrando dinero pero ya no me doblo
Koh Preus y Koh Russey
Koh Kteah
la playa amanecía todos los días sembrada de estas curiosas formaciones de arena que parecen cagarrutias: café y cigarro, muñeco de barro.
para El Último Mono