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viernes, 3 de agosto de 2012

Manali: Vashisht

Hacia el norte, siempre hacia el norte. A once horas de autobús de McLeod Ganj está New Manali, centro comercial y administrativo del Valle de Kullu, en la margen izquierda del río Beas, y a un par de kilómetros montaña arriba está Old Manali, lugar donde se concentran los hostales y los turistas, especialmente los jóvenes israelís que acaban de cumplir los tres años de servicio militar en su país y que aquí son legión. Hay quien llama a Old Manali el barrio judío. Aunque de "old", realmente sólo le queda la parte más alta del pueblo.
Nosotros escogimos para quedarnos, por referencias que teníamos, un pequeño pueblo llamado Vashisht, que está justo al otro lado del río, en la margen derecha, porque está menos explotado turísticamente y creo que está mejor conservado, con muchas casas construidas en piedra y madera al estilo tradicional de la zona, con menos hormigón, más jipi.
Allí llegamos aún de noche y delante del único sitio que había abierto fue donde nos dejó el rickshaw, así que entramos a tomar un chai. Por allí apareció María, una chica argentina que se tenía que ir ese día y que amablemente nos recomendó dónde comer, qué hacer, qué ver en el pueblo e incluso nos acompañó a la que sería nuestra habitación para esos días. Ésta es una constante en todo el viaje: ayudas y te ayudan. Hablando con la gente obtienes toda la información que necesitas y haces amigos, aunque también puedes viajar con la Lonely Planet, que en el caso de India debe de pesar sólo unos dos kilos si no se te moja en pleno monzón, pero con lo guapo que ye preguntar...
Da idea de la tranquilidad y el buen rollo que se respira aquí, el hecho de que tomamos la habitación en la casa sin ver a los dueños (y aún tardamos medio día en conocerlos) y ni siquiera tuvimos que enseñar los pasaportes o escribir nuestros datos, algo sorprendente en este país, donde la burocracia puede ser exasperante.
A esas horas de la mañana, después de la paliza de autobús, qué mejor que ir a lavarse con el resto del pueblo a los baños termales... Dios, casi me escaldo debajo del grifo.
En el pueblo hay dos templos y dentro de uno de los templos hay dos baños, separados hombres y mujeres. En el exterior hay otro baño, y uno cerrado más pequeño y exclusivo para mujeres con la menstruación. Sí, sí. Y todo el pueblo pasa por allí desde bien temprano para lavarse, lavar la ropa o lavar la vajilla con agua caliente. Un hervidero.
Aquí es fácil relacionarse con la gente porque el sitio es pequeño, agradable, tranquilo e invita a compartir, y entre otras nacionalidades hicimos algunos amigos israelís que fuimos conociendo por separado y que acabamos juntando en pandilla. No descubro nada nuevo si digo que las generalizaciones no son buenas y esta regla es aplicable también a los israelís. Y resulta cuando menos chocante, tener a cuatro judíos sentados en la habitación bajo una esvástica tallada en la ventana y acto seguido subirte a un rickshaw que lleva la Estrella de David en el parabrisas. Esto es India, el origen de todo. Y es genial.
Aquí me volví loco disparando fotos mientras recorría el pueblo y sus alrededores montaña arriba y abajo.









corte de pelo y masaje sacrocraneal acojonante











bajo la protección de Ganesha






Shiva y Parvati: amor cósmico


Vashisht tiene un olor especial...






nuestra casa


duermo mejor con la esvástica en la ventana que con el crucifijo encima de la cama

nuestra habitación






el baño para mujeres con la menstruación

tranquilidad y buenos alimentos






Pappu y su hijo a los fogones


¡me casonsoria, el bandido Fendetestas!

 la sirenita


preparando el chai










Simon (UK) y Lauren (USA)


Y de Manali qué decir: la Bélgica de India, la capital del chocolate... Aquí, manos expertas trabajan con esmero las mejores materias primas para obtener un producto de máxima calidad, apreciado mundialmente por los paladares más exigentes.





¡¡por favor, una desbrozadora!!

el cole de los peques









el zapatero, Leo y unas señoritas de Francia








yo para ser feliz quiero una Royal Enfield...

...o uno de éstos, en su defecto

Hadimba Temple



Por desgracia mi visado llega a su fin. He viajado por este país maravilloso durante tres meses, he hecho miles de kilómetros de este a oeste por el norte... y tengo la triste sensación de que apenas conozco una minúscula parte de India. Ahora que ya domino una serie de palabras y números en hindi, que utilizo algunas expresiones muy útiles en el día a día, que soy capaz de recitar y escribir de memoria el menú de cualquier restaurante y que muevo la cabeza como un indio, ahora me tengo que ir. No es justo.
A mi pena por dejar India se une el hecho de que aquí me despido de Leo (a él le queda otro mes para seguir viajando) y no es lo mismo despedirse de un compañero de viaje que de un amigo. Las sensaciones son bien distintas. Sigue de una pieza, aunque hubo un momento en que pensé que había que cortarle una pierna por una herida de nada que se le infectó y que requirió una semana de antibióticos y curas diarias en el hospital. Llegó a tener el tobillo como un chosco de Tineo. Dejo a Leo, que sigue hacia el Valle de Spiti y tomo ruta hacia Nepal. Allí espero encontrarme en algún momento con Chantal y Pauli, si es que sobreviven a Varanasi...


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