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domingo, 19 de febrero de 2012

Tailandia: de tapas por Bangkok

Desde que el avión tomó tierra, pasé el control de pasaportes, cambié dinero y me aclaré de hacia dónde tenía que ir, pasaron más de dos horas y media, más el viaje desde el aeropuerto, primero en tren y luego cambiando al BTS o Sky Train y un paseo de 15 minutos, el tiempo total que me llevó soltar la mochila en mi habitación en el distrito de Silom fue de casi cuatro horas. Curiosamente, al bajar del BTS, me encontré con un edificio que me pareció reconocer y que resultó ser el Dusit Thani, un hotelazo donde había estado alojado cuatro noches con mi empresa de por aquél entonces. Y ahora cargando con la mochila y con la ropa pegada al cuerpo de tanto sudar, buscando mi cama en una habitación a compartir con 9 personas... qué ironía. Así que cuando vi que tenía un correo de Mireia, a la cual no conocía aún personalmente, ofreciéndome una cerveza y un baño en la piscina de la azotea de su edificio, me faltó tiempo para encontrar un mapa y salir en su busca. Todo un planazo para empezar con la aclimatación.

lujo asiático

Mireia, catalana de Vic, resultó ser un gran contacto y además de tener detalles muy guapos conmigo, me aclaró muchas cosas y me ayudó a centrarme en este monstruo de 8 millones de habitantes. En un par de días más ya me movía con cierta soltura en taxi, metro, BTS, tuk tuk o moto taxi. Y es que la ciudad en sí no es tan difícil, si no tienes prisa, si no te agobia el tráfico, la contaminación, las bocinas, el gentío, si no eres alérgico, asmático, etc, es muy interesante... bueno, y estresante también puede serlo.
Una  de las cosas que más me gusta de la ciudad (aparte de que me recuerda a Blade Runner) es que no hay horario alguno para comer. A cualquier hora verás gente comiendo en la calle, sentados, caminando, mientras trabajan (sueltan el plato y te atienden amablemente) o mientras conducen. A mí me encanta salir por la mañana y comprar fruta en cualquiera de los puestos que hay en la calle. Recién pelada y fresquita. Y después, por ejemplo, una mazorca de maíz asada al fuego. Las posibilidades de comida de todo tipo son infinitas, sólo hay que atreverse. Como mucho, lo peor que te puede pasar es que te arda la lengua, el paladar, y hasta el bigote durante un rato o que se te caigan las lágrimas y hasta los mocos en el bol de comida. Pero en general lo encuentro todo rico y a menudo, delicioso. De momento no me sé los nombres de casi nada, salvo los conocidos noodles o el típico phad thai, que es un wok de fideos de arroz con huevos, brotes de soja, salsa de tamarindo, salsa de pescado, gambas, pollo o tofu, cilantro, cacahuetes... muy completito.

                                                                 la reina del pollo frito
                                                       


                                                                    el típico restaurante
                                                                     
También he probado otros placeres locales, como el masaje. Mireia me llevó a un sitio muy fino y elegante. Podías escoger entre varios tipos de masaje (todos serios) y tratamientos varios. Yo escogí el tradicional tailandés y podía anotar en un hoja en qué partes del cuerpo quería que incidieran además de elegir la intensidad del masaje. Yo escogí medium e hice bien, porque me tocó un tio que era como un monje shaolín, estaba como un toro y me crujió de lo lindo. Después de hora y media de retorcerme, clavarme las rodillas, los talones, los codos, e intentar taladrarme la caja torácica con los dedos, lo único que me dijo fue: -finish, sir. Una maravilla.

                                                      atmósfera relajante para un buen masaje

Y por lo demás, he ido conociendo gente a través de Mireia. Es sorprendente lo pequeño que es el mundo. Ella trabaja dando clase de español en la universidad. Cuando le comenté que tenía una amiga asturiana (Cris) que había estado haciendo lo mismo, me contestó que la conocía de oídas y que tenía un gran amigo en común (Albert) al cual conocí también. Fuimos todos a un mercadillo nocturno de segunda mano. Todo tipo de objetos y muebles de los 60´s y 70´s. Sé de más de uno que aquí se hubiera vuelto loco. Y después por fin quedé con Nacho, que lleva dieciséis años viviendo en Bangkok, y con su mujer, que es tailandesa. Acabamos en un antro de r´n´r de nombre Wong´s, donde el tío pincha dvd´s en vez de discos. La entrada fue un poco dura porque estaban de homenaje a Whitney Houston (¿!) pero enseguida una banda japonesa se puso a tocar clásicos en directo y estuvo gracioso.

                                                                            aquí una ardilla todavía puede cruzar la ciudad sin tocar el suelo


                                          ésta va con dedicatoria

                                           y ésta también



                                           también aquí hay movimiento fixed

                                                    vespas a la venta en el mercadillo

                                           Albert y un servidor criticando a Cris

                                           Mireia y un amigo japonés


                                           Nacho, Mireia y Nui a la puerta del Wong´s

                                          Mireia y Nui cenando a la 1 de la madrugada

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