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domingo, 19 de febrero de 2012

Chinatown y Khao San Road

Para conocer un poco mejor la ciudad, me mudé a otra zona. Ahora estoy cerquita de la estación central de tren, Hua Lampong, así de paso gestiono el billete a Chiang Mai, que es hacia donde quiero ir. El hostel está bien, más espacioso y más nuevo que el anterior, pero me gusta menos, es más serio y aburrido. Lo peor es que al salir a la calle te das de frente con las obras de ampliación de la línea de metro, en una calle de cinco carriles en cada sentido que es una locura. Tanto las obras como el tráfico no dan descanso durante las veinticuatro horas del día. Lo bueno, es que estoy casi en Chinatown y puedo aprovechar para perderme por el barrio. Y así, perdido, estuve ayer durante más de una hora por callejuelas minúsculas atestadas de gente por donde a duras penas se podía caminar en fila india entre puestos de comida y de todo tipo de mercancías. Mi mapa era muy básico, la mitad de las calles no aparecían y muchas señales no estaban en inglés, así que fue muy "emocionante". Prácticamente todo el barrio es un mercado, de oro, de electrónica, de comida, de especias, de ropa, de flores, de cualquier cosa imaginable. Hay mercados al aire libre, otros en edificios y otros a cubierto bajo las lonas que unen unos puestos con otros. Después de varias horas caminando conseguí dar con un punto de referencia y llegar al río Chao Phraya y acercarme a un embarcadero. Me subí a un barco y remonté (o al revés, no lo sé) el río hasta la ciudad antigua. Esta parte de la ciudad es donde tradicionalmente venían a caer todos los mochileros que llegaban a Bangkok. No está muy bien comunicada así que ya que estaba cerca pensé que merecería la pena verla. Pero me decepcionó. Y me alegré de no haberme hospedado por allí. Las callejuelas del barrio y de alrededor de Khao San Road no están mal en sí mismas. Están limpias, son casi peatonales (no hay nada estrictamente peatonal aquí) y agradables para pasear. Pero no hay más que farang o sea, guiris. Los únicos nacionales son los que venden o trabajan en los negocios de hostelería. No sé cómo sería hace años pero ahora me resultó bastante impersonal, con locales al estilo occidental, con música occidental, con comida occidental. Me pareció un reducto vacacional como cualquiera de los que tenemos en España, o casi. Fue la primera vez que oí hablar en español por la calle en toda la semana. De hecho, en el embarcadero hablé con un holandés con bicicleta al que le pregunté una serie de cosas. El tío, después de una breve conversación, me preguntó extrañado si era español y yo le contesté que cómo lo había deducido (yo, que tengo un perfecto acento de Oxford) y me dijo que por la gesticulación. Enseguida me empezó a hablar en español y le felicité por ser tan buen fisonomista porque era la primera persona en mi vida que me había preguntado tal cosa.



                                                          estos zumos son un vicio




                                                         plátanos asados, buenísimos






                          con las flores secas hacen guirnaldas, collares y centros


                                                           la siesta ¿un invento español?

                                                     dos enmascarados robando piñas




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